miércoles, 5 de marzo de 2014



 
Sus amigos la llamaban "la Nena Moix", su nombre es Ana María Moix y nació en Barcelona en 1947. Se caracteriza por ser una autora visceral, capaz de decir cuanto piensa sin miedo a las repercusiones que esto pueda tener.
Estaba
en contra del individualismo y el sometimiento en el que la humanidad parece apoyar toda su existencia, el dinero.
Ana María publicó preciosas y controvertidas obras: de su
poesía pueden destacarse "Baladas del dulce Jim", versos que piensan la madurez, que ondean un cierto afán por el exceso, lo libertino, el vivir mejor, la denuncia de lo malversado... "Todo en la vida es como una canción", escribió.
"A imagen y semejanza" y "No time for flowers"; de su ficción, podríamos quedarnos con la novela "Vals negro" y el libro de relatos "Este chico pelirrojo".
Cabe señalar también que era una intelectual fundamental de la poesía española contemporánea, con una sencillez y una claridad para expresar sus ideas que asombran y sobre todo unas
fuertes convicciones que hacen que debamos admirarla más.
De entre sus obra una de las obras más recomendables es
"Manifiesto personal", un ensayo que se lleva todos los laureles. Se trata de su última creación y ha sido catalogada por la crítica como espectacular.

El padre quiso que estudiara Farmacia. Ella hizo Filosofía y Letras. Publicó en 'TeleXpress' entrevistas a García Márquez, Vargas Llosa, Donoso, Onetti... Pero, sobre todo aquello, estaba la poesía. Fue la única mujer incluida en la antología 'Nueve novísimos poetas españoles', trazada por José María Castellet con hoja de ruta de Gil de Biedma y Pere Gimferrer. Aquel volumen volteó la lírica española con referentes cosmopolitas, en flashes de fervor cinematográfico, en la necesidad de trazar otros mundos, en sonoridades del pop.
Con 'Las virtudes peligrosas' ganó el Premio Ciudad de Barcelona en 1985. Su novela primera, 'Julia', es autobiográfica. Con el tiempo, aparcó también el periodismo por la edición, donde mostró un fino instinto desde Plaza y Janés. Y, sin embargo, La Nena estuvo siempre del lado de la poesía. Era una partidaria de la felicidad. Y una ciudadana atenta y finalmente indignada. Quiso decirlo en su 'Manifiesto personal'.
Allí, como mirando desde el balcón, denunció la degeneración de la democracia, de la política, de la izquierda esfumada. Con desengaño. Con fuerza... Pero unas pocas líneas urgentes, a medianoche, con la noticia de que el cáncer ya se ganó la partida, no dan cuenta de la potencia tersa de una mujer que hizo del vivir un tratado de inteligencia. Una delicada esgrima de rebeldía.


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