Fachada de la Catedral de Granada
Cartuja de Granada Si observáis estas fotos seguramente veréis que hay una gran diferencia. La primera nos muestra una imagen sobria, sin mucha ornamentación, con un evidente equilibrio. Mientras que la segunda refleja la abundancia, lo recargado, la exageración.
Esta misma diferencia es la que encontraremos en la literatura que vamos a estudiar a continuación. Hemos visto un equilibrio con los escritores renacentistas, una moderación en los recursos, un gusto por la serenidad que ahora, un siglo más tarde, se verá desbordado con una ingente cantidad de recursos literarios que dan al lenguaje y al estilo una sensación igual que la que experimentáis ante estas dos obras de arte que acabo de mencionar.
De la misma manera que en la arquitectura, el escritor barroco pretende impresionar los sentidos y la inteligencia con estímulos violentos, bien de orden sensorial, sentimental o intelectual. Para lograr lo anterior recurre a un lenguaje ampuloso y retorcido que dificulta muchas veces la comprensión.
Esta misma diferencia es la que encontraremos en la literatura que vamos a estudiar a continuación. Hemos visto un equilibrio con los escritores renacentistas, una moderación en los recursos, un gusto por la serenidad que ahora, un siglo más tarde, se verá desbordado con una ingente cantidad de recursos literarios que dan al lenguaje y al estilo una sensación igual que la que experimentáis ante estas dos obras de arte que acabo de mencionar.
De la misma manera que en la arquitectura, el escritor barroco pretende impresionar los sentidos y la inteligencia con estímulos violentos, bien de orden sensorial, sentimental o intelectual. Para lograr lo anterior recurre a un lenguaje ampuloso y retorcido que dificulta muchas veces la comprensión.
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