Sus
amigos la llamaban "la Nena Moix", su nombre es Ana
María Moix y nació en
Barcelona en 1947. Se caracteriza por ser una autora visceral, capaz
de decir cuanto piensa sin miedo a las repercusiones que esto pueda
tener.
Estaba en
contra del individualismo
y el sometimiento en el que la humanidad parece apoyar toda su
existencia, el dinero.
Ana María publicó preciosas y
controvertidas obras: de su poesía
pueden destacarse "Baladas
del dulce Jim",
versos que piensan la madurez, que ondean un cierto afán por el
exceso, lo libertino, el vivir mejor, la denuncia de lo malversado...
"Todo en la vida es
como una canción", escribió.
"A
imagen y semejanza"
y "No
time for flowers";
de su ficción,
podríamos quedarnos con la novela "Vals
negro"
y el libro de relatos "Este
chico pelirrojo".
Cabe
señalar también que era una intelectual fundamental de la poesía
española contemporánea, con una sencillez y una claridad para
expresar sus ideas que asombran y sobre todo unas fuertes
convicciones que hacen
que debamos admirarla más.
De entre sus obra una de las obras más
recomendables es "Manifiesto
personal",
un ensayo que se lleva todos los laureles. Se trata de su última
creación y ha sido catalogada por la crítica como espectacular.
El padre quiso
que estudiara Farmacia. Ella hizo Filosofía y Letras.
Publicó en 'TeleXpress' entrevistas a García Márquez, Vargas
Llosa, Donoso, Onetti... Pero, sobre todo aquello, estaba la poesía.
Fue la única mujer incluida en la antología 'Nueve
novísimos poetas españoles',
trazada por José María Castellet con hoja de ruta de Gil de Biedma
y Pere Gimferrer. Aquel volumen volteó la lírica española con
referentes cosmopolitas, en flashes de fervor cinematográfico, en la
necesidad de trazar otros mundos, en sonoridades del pop.
Con 'Las
virtudes peligrosas'
ganó el Premio Ciudad de Barcelona en 1985.
Su novela primera, 'Julia',
es autobiográfica. Con el tiempo, aparcó también el periodismo por
la edición, donde mostró un fino instinto desde Plaza y Janés. Y,
sin embargo, La Nena estuvo siempre del lado de la poesía. Era una
partidaria de la felicidad. Y una ciudadana atenta y finalmente
indignada. Quiso decirlo en su 'Manifiesto personal'.
Allí, como
mirando desde el balcón, denunció la degeneración de la
democracia, de la política, de la izquierda esfumada. Con
desengaño. Con fuerza... Pero unas pocas líneas urgentes, a
medianoche, con la noticia de que el cáncer ya se ganó la partida,
no dan cuenta de la potencia tersa de una mujer que hizo del vivir un
tratado de inteligencia. Una delicada esgrima de rebeldía.